sábado, 23 de febrero de 2008

Sequía ¡ y no solo de agua !

Mientras papagayos en práctica concentran sus esfuerzos en aprovechar la oportunidad de conseguir un contratito para ejercer de titulares el resto del año en los medios audiovisuales, finaliza el verano, verano muy seco repiten.
La sequía apareció a la vuelta del camino como emboscada. Igual que un letrero caminero sin fondo ni espesor.
En este Chile instantáneo, bipolar, arribista y con alzheimer las cosas son así. Con los encargados de prevenir mirando hacia atrás, en vano intento por cambiar el pasado, no es extraño que la falta de agua se venga a descubrir cuando empiezan a secarse las cosechas y los animales a morir de sed.
De espaldas al mar pero al lado, no son capaces de cambiar la forma de construir futuro: continúan permitiendo al que lo pida, extender las desarrollos inmobiliarios, cual callampas después de la lluvia, sin importar que se hagan en lugares en donde no hay agua ni alcantarillado. Sin exigirles que desalinicen el agua que traten las aguas servidas, que planten árboles en vez de arrancarlos. Se autorizan grandes plantaciones de fruta de exportación, de pinos insignes, se entregan en concesión esteros, canales y ríos para producir salmones sin exigir un adecuado manejo de los residuos. Sin preguntas inconvenientes que puedan alejar a los inversionistas e impedir la llegada de unos dineritos para las arcas municipales, siempre escuálidas.
Y las ciudades se extienden, desbordan y amplían como manchas de aceite. Total en el camino se arregla la carga, después veremos, llegará el metro, serán ciudades satélites, la gente no tendrá para qué salir tanto, etc.
Lo que termina ocurriendo, en verdad, es un verdadero despelote urbanístico donde ni los expertos más especializados podrán solucionar sin altísimos costos que nadie está dispuesto a pagar.
Ejemplo estrella, el transantiago y sus réplicas regionales.
Subsidio de un millón de dólares diarios por haber cerrado los ojos durante un tiempo dejando que la ciudad arrancara para donde quisieran hacer mejor negocio los mismos de siempre.
Esta sequía descubierta por papagayos no es únicamente falta de agua. Es consecuencia de falta de previsión, de planificación, de inteligencia, de prospectiva de aquellos elegidos para hacer justamente lo contrario. De los políticos polilla, más preocupados de continuar ocupando cargos que de cumplir en forma eficiente con su trabajo.
Sequía mental, completa y global; secas las universidades, secos los cerebros de la intelectualidad, adormecida por la falta de rigor, secas las religiones por falta de consecuencia, secos los partidos políticos por ausencia de ideas salvo la de conservar poder o agarrarlo.
Nunca como antes hubo mayor disponibilidad de recursos y tecnología para hacer mejor las cosas. Y las estamos haciendo peor.
Falta un terremoto de verdad que derribe muros de incompetencia, que asuste al país todo hasta cagarse de miedo, si, el miedo es un buen remedio a veces cuando nadie intenta mejorar, cuando cada uno solo piensa en arreglarse los bigotes, cuando los medios de información sol están destinados a emborrachar la perdiz.
Un terremoto grande, grado 18 o 20, eso es lo que hace falta.

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