martes, 5 de octubre de 2010

Mapuche: sin raíces nada

La situación de la etnia mapuche se manifiesta nuevamente de manera dramática. desde el último tratado firmado como nación, en 1792, con la corona española, la gente de la tierra ha vivido su propio vía crucis.
Al desprecio de la sociedad chilena y a la permanente agresión del estado siguien oponiendo tenáz resistencia, negándose a desaparecer como cultura.
En el país de la ambiguedad, donde los valores permanentes están basados en la uniformidad, cuesta encontrar defensores de la existencia de las minorías étnicas.Si en el siglo XIX se decidió acabar con el país de los mapuche para imponer modos de desarrollo importados, hoy seguimos empeñados en otorgar acogida a lo foráneo en desmedro de los valores nativos.
Ni siquiera tenemos un Instituto chileno-mapuche de cultura. Tampoco les hemos reconocido constitucionalmente.
Cuando miembros de esa etnia intentan mostrar aspectos de su pertenencia artística, como bailes y canciones, la fuerza pública los persigue con mayor intensidad que a delincuentes comunes. Sin embargo, cuando llegan artistas extranjeros, la misma fuerza pública destina grandes contingentes a su custodia personal, aceptando incluso que los guardaespaldas que los acompañan golpeen reporteros.
Sólo se permite y propicia la entrega de bailes y cantos nativos, una vez filtrados y acondicionados por grupos oficiales.
Pobre país éste, que vive mirando al exterior sin advertir su esencia, sin asimilar la grandeza de su herencia natural, sin integrar a su acerbo cultural lo nativo.
Cuán patético resulta oir las aduladoras referencias a la madre patria, por España, y ningún reconocimiento a la pachamama, A la tierra madre, a los bosques de tepas y ñirres, de araucarias y alerces, a chañares, espinos y quiyayes.
Este extravío cultural haría reir si no hiciera llorar.
Insistimos en arrancar nuestras raíces verdaderas, en esconderlas o disfrazarlas.
Aún es posible soñar con recuperar el rumbo, en donde sea posible compartir alegremente las diferentes vertientes de los pueblos originarios.
Jorge Sasía
Publicado el 4 de marzo de 1998 en el semanario Dimensión

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Primero hay que corregir la fecha,creo que nosotros nunca hemos captado ni siquiera a lo lejos lo profundo de la cultura mapuche,sangre que corre por la mayoría de nuestras venas, se han dicho muchos discursos, se ha mentido tanto y seguimos mintiendo, queremos negar su existencia sin saber que si ellos desaparecen,desaparecemos nosotros. Nosotros perdimos la identidad en algún punto del camino y creo que ellos son los únicos junto a los otros pueblos originarios que saben donde encontrarla o como podríamos recuperarla.Podríamos partir dando gracias por todo lo maravilloso que tenemos Erika

Anónimo dijo...

Si es verdad todo lo que planteas, pero hay que admitir que los mapuches se las traen, y tanta victimización se ponen algunos manipuladores y hacen que se pierda el verdadero sentido de esta temática con la violencia, disparando para lados que nada que ver con el origen de preservar dicha cultura nuestra, que es parte primordial de nuestra génesis como chilenos. Claro está que hay sin duda algunos abusos imperdonables, que aún se perpetúan desde la conquista.
Pero si somos honestos y tenemos un real juicio de la realidad, es la vida; La lucha del bien y el mal y querámoslo o no sucede. Las circunstancias históricas también y la civilización humana, trae con el devenir de los tiempos estas metamorfosis de las etnias, pueblos y culturas Es parte de la vida y de su naturaleza mortal nada permanece todo se transforma, por lo tanto, nada es para siempre.

henrycarolina dijo...

Si es verdad todo lo que planteas, pero hay que admitir que los mapuches se las traen, y tanta victimización se ponen algunos manipuladores y hacen que se pierda el verdadero sentido de esta temática con la violencia, disparando para lados que nada que ver con el origen de preservar dicha cultura nuestra, que es parte primordial de nuestra génesis como chilenos. Claro está que hay sin duda algunos abusos imperdonables, que aún se perpetúan desde la conquista.
Pero si somos honestos y tenemos un real juicio de la realidad, es la vida; La lucha del bien y el mal y querámoslo o no sucede. Las circunstancias históricas también y la civilización humana, trae con el devenir de los tiempos estas metamorfosis de las etnias, pueblos y culturas Es parte de la vida y de su naturaleza mortal nada permanece todo se transforma, por lo tanto, nada es para siempre.

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