jueves, 24 de enero de 2008

Un pobre país o pobre país éste

23 de junio 1988 publicado en el diario Fortín Mapocho

Una de las tantas malas costumbres nacionales es la que sostiene que Chile es un país pobre. Desde pequeños se nos machaca con ese argumento hasta que de tanto oirlo muchos llegan a creer que es cierto.
Así resulta más fácil aceptar que la mayoría viva pobremente y solo unos pocos disfruten de sobreabundancia.
La verdad es que nuestro territorio es potencialmente capaz de sostener y alimentar sin mayores problemas a una población diez veces mayor que la actual. Japón tiene el equivalente al 10% de nuestro territorio con una población diez veces mayor, alcanzando uno de ingresos per cápita más altos del mundo.
Aquí, sin embargo, aún somos incapaces de sustentar con holgura la población que tenemos. No es responsabilidad ni del destino ni de la mala suerte ni de los terremotos (en Japón también los sufren) sino de una constante que nos acompaña desde la llegada de los europeos. En ese momento se empezó a preparar un sistema para el enriquecimiento de unos pocos - en especial transnacionales - utilizando a los criollos sólo como buenos y esforzados trabajadores.
Para comenzar a producir un cambio es necesario acabar con el mito del país pobre. Preparar a nuestra población para las necesidades prácticas adecuadas a nuestro territorio.
Ver Chile desde Putre hasta Rapa-Nui y desde ahí hasta la Antártica. Utilizar nuestros recursos para el crecimiento de la calidad de vida de nuestra gente. Confiar en ellos, habituarlos a la cultura del trabajo responsable y la retribución justa.

A partir de ese momento tal vez dejemos de ser un pobre país.

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