jueves, 24 de enero de 2008

Chile Subrogante

(Publicado en el semanario Dimensión en Febrero de 1998)

Durante gran parte del año son funcionarios de segundo o tercer orden. Ocupantes de oscuras oficinas bajo alguna escalera o a la vuelta de un recoveco. En verano tienen un papel de primer plano. La oportunidad para mostrase ante la opinión pública a través de los medios de prensa.
Sus nombres, salvo excepciones, resultan desconocidos incluso para los periodistas. Y como también en ese sector surgen los subrogantes, si no son conocidos por quienes cubren su área, para los reemplazantes los son menos.
Este desconocimiento permite que muchos anuncios pasen soplados para la opinión pública.
Al/la Presidente de la República la/lo subroga el Ministro del Interior y a éste el Subsecretario, quien a su vez resulta subrogado por...
Y así.
Algunos se la juegan, Belisario Velasco por ejemplo, sorprendió incluso a la policía anunciando que Paul Schaefer se encontraba al interior de Villa Baviera, dejando en evidencia si fuera cierto, la incapacidad del estado chileno para actuar en este caso.
Otros optan por salidas a terreno a efectuar promesas. Promesas que deberá cumplir el titular, siempre y cuando esté de acuerdo con ellas. Eso dejará la excusa lista (Yo tenía las mejores intenciones pero regresó el ministro...)
Natural al fin, que con tanto sub actuando en forma sub todo sea muy sub.
En el caso de los alcaldes sub, algunos prefieren no meterse: " no tengo los antecedentes para pronunciarme ". Parece que los hubieran dejado para la foto.
En Viña del Mar una gaviota subroga al cóndor del escudo nacional. En el resto del país continúa reemplazando al huemul una fotocopiadora.
Chile entero se encuentra subrogado.
Cabe preguntarse si no sería más sano cerrar por vacaciones o dejar claro que las decisiones que se tomen, pueden ser subrogadas luego, por otras tomadas por los titulares una vez que reasuman.
Son pocas las ocasiones en que pasan a primera línea aquellos funcionarios subrogantes; cuando el titular sale de viaje para asistir a algún congreso o a reuniones internacionales. Por ello se ven obligados a emplearse a fondo para salir airosos de la prueba.
De todos modos, lo suficiente para inocularse con el virus del poder y modificar ciertos gestos, modales y/o timbre de voz. El contagio les dura más allá del fin del interinato, por semanas o meses circularán con ese aire de poder otorgado por tan altas funciones. Día a día verán disminuir las llamadas, los saludos, las peticiones de notas de la prensa. Les quedarán como testimonio imborrable aquellos memos, circulares y oficios firmados de su puño y letra.
Y a esperar su siguiente oportunidad.

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